Ya se acerca el tiempo fresco y con él vienen las recetas otoñales y especiadas. En esta ocasión unas galletas de jengibre.
La receta de estas galletas se remonta a mi adolescencia cuando aún no teníamos en casa horno y tenía que apañarme con el microondas. No son la “receta definitiva” pero a mí me gustaban mucho y les tengo bastante cariño. Lo cierto es que estas galletas, al contrario que otras, ganan en textura y sabor en los días posteriores a su elaboración. La razón: pues si os fijáis tienen muy poca proporción de mantequilla, por lo que la textura de las galletas recién horneadas no tiene la típica textura crujiente y que se deshace en la boca, sino que es algo más elástica y gomosa. Sin embargo, al día siguiente, al secarse un poco y perder elasticidad ya si consiguen una textura un poco hojaldrada y especiada muy particular.
La receta de estas galletas se remonta a mi adolescencia cuando aún no teníamos en casa horno y tenía que apañarme con el microondas. No son la “receta definitiva” pero a mí me gustaban mucho y les tengo bastante cariño. Lo cierto es que estas galletas, al contrario que otras, ganan en textura y sabor en los días posteriores a su elaboración. La razón: pues si os fijáis tienen muy poca proporción de mantequilla, por lo que la textura de las galletas recién horneadas no tiene la típica textura crujiente y que se deshace en la boca, sino que es algo más elástica y gomosa. Sin embargo, al día siguiente, al secarse un poco y perder elasticidad ya si consiguen una textura un poco hojaldrada y especiada muy particular.