En esta ocasión traigo una receta de pan de avena. Hace tiempo que he ido incorporando la avena en diferentes recetas y lo cierto es que me encanta, así que ya era hora de utilizarla también para hacer pan.
Ya tenía apuntada una receta de pan de avena del libro “365 Recetas de pan” de Anne Sheasby, pero luego me encontré con una receta de pan de avena escocés de la página Directo al Paladar… y me enamoré totalmente.
El mío ha salido un poquito más tostado y aún no consigo que me salga bien el tema del greñado del pan para que salgan esas expansiones tan chulas como las que se suelen ver en las fotos de libros de pan. He estado investigando y me ha gustado mucho este artículo sobre el tema de la página Panarras. Intentaré poner en práctica algunas de las ideas.
Bueno, paso a indicaros la receta y mis peripecias al elaborar el pan.
Ya tenía apuntada una receta de pan de avena del libro “365 Recetas de pan” de Anne Sheasby, pero luego me encontré con una receta de pan de avena escocés de la página Directo al Paladar… y me enamoré totalmente.
El mío ha salido un poquito más tostado y aún no consigo que me salga bien el tema del greñado del pan para que salgan esas expansiones tan chulas como las que se suelen ver en las fotos de libros de pan. He estado investigando y me ha gustado mucho este artículo sobre el tema de la página Panarras. Intentaré poner en práctica algunas de las ideas.
Bueno, paso a indicaros la receta y mis peripecias al elaborar el pan.
Pan de avena escocés
Ingredientes:
- 100 gr de harina de avena
- 300 ml de leche
- 150-200 ml agua (dependiendo de la harina utilizada)
- 250 gr de harina de trigo integral
- 250 gr de harina de fuerza blanca
- 8 gr de levadura seca activa o 20 gr de levadura fresca
- 1 cta sal
- 1 cta de azúcar moreno
- 1 cda de miel
- 50 gr de mantequilla
Elaboración:
Se pone en un recipiente la harina de avena y la leche tibia y se deja reposar durante 4 horas. Esto es para hidratar la harina ya que tanto la avena como la harina integral tienen una mayor capacidad de absorción de humedad que la harina blanca de trigo. Como no queremos que el pan acabe con una miga muy seca le proporcionamos desde el principio la hidratación necesaria para que la masa conserve la textura y humedad adecuadas.
(Además, yo no tenía harina de avena sino que hice mi propia harina a partir de copos de avena. Cuando puse los ingredientes en el cuenco la mezcla era líquida pero a medida que pasaba el tiempo se fue espesando hasta tener una especie de papilla de avena. Ahí me di cuenta de que mi masa iba a necesitar más líquido que sólo los 300 ml que indica originalmente la receta)
Mientras tanto, colocamos la harina de fuerza, la harina de trigo integral, la levadura, la sal y el azúcar en un recipiente grande. Procurar que la sal y la levadura no estén en contacto hasta que no se empiece a mezclar la masa.
En un cazo se pone a derretir la mantequilla y la miel hasta que estén disueltas y homogéneamente mezcladas.
A continuación se incorpora la mezcla de mantequilla con miel y la de avena con la leche en el recipiente grande, junto con el resto de ingredientes, y se mezcla todo con ayuda de una cuchara de madera. Cuando la masa sea difícil de manejar con la cuchara pasamos a trabajar la masa sobre la encimera. Amasamos durante unos 10-15 minutos, hasta conseguir una masa suave y elástica. Dependiendo del tipo de harina que estemos utilizando tal vez necesitemos utilizar un poco de agua hasta obtener la textura idónea. Yo he utilizado unos 150 ml de agua. Se recomienda ir incorporando poco a poco el agua, pues la cantidad total depende, como ya se ha dicho, de cada caso particular.
En un recipiente limpio se extiende muy bien una pizquita de aceite, ponemos la masa y la cubrimos con un paño ligeramente húmedo. Dejamos reposar durante una hora o hasta que duplique su volumen. (Yo suelo ponerla a reposar dentro del horno apagado para evitar corrientes y conseguir un ambiente de temperatura homogénea. Ahora que hace buen tiempo, con 45 minutos fue suficiente).
(Además, yo no tenía harina de avena sino que hice mi propia harina a partir de copos de avena. Cuando puse los ingredientes en el cuenco la mezcla era líquida pero a medida que pasaba el tiempo se fue espesando hasta tener una especie de papilla de avena. Ahí me di cuenta de que mi masa iba a necesitar más líquido que sólo los 300 ml que indica originalmente la receta)
Mientras tanto, colocamos la harina de fuerza, la harina de trigo integral, la levadura, la sal y el azúcar en un recipiente grande. Procurar que la sal y la levadura no estén en contacto hasta que no se empiece a mezclar la masa.
En un cazo se pone a derretir la mantequilla y la miel hasta que estén disueltas y homogéneamente mezcladas.
A continuación se incorpora la mezcla de mantequilla con miel y la de avena con la leche en el recipiente grande, junto con el resto de ingredientes, y se mezcla todo con ayuda de una cuchara de madera. Cuando la masa sea difícil de manejar con la cuchara pasamos a trabajar la masa sobre la encimera. Amasamos durante unos 10-15 minutos, hasta conseguir una masa suave y elástica. Dependiendo del tipo de harina que estemos utilizando tal vez necesitemos utilizar un poco de agua hasta obtener la textura idónea. Yo he utilizado unos 150 ml de agua. Se recomienda ir incorporando poco a poco el agua, pues la cantidad total depende, como ya se ha dicho, de cada caso particular.
En un recipiente limpio se extiende muy bien una pizquita de aceite, ponemos la masa y la cubrimos con un paño ligeramente húmedo. Dejamos reposar durante una hora o hasta que duplique su volumen. (Yo suelo ponerla a reposar dentro del horno apagado para evitar corrientes y conseguir un ambiente de temperatura homogénea. Ahora que hace buen tiempo, con 45 minutos fue suficiente).
Después de este primer reposo, amasamos un poco la masa para quitarle el exceso de aire. (Hay muchas recomendaciones sobre cómo debe hacerse este amasado para darle fuerza a la masa. Yo procuro extenderla y doblar los dos extremos hacia el centro, luego hacer lo mismo en la dirección perpendicular)
Se le da forma al pan y se coloca sobre la bandeja de hornear. Se pulveriza con agua la superficie superior y se adorna con copos de avena. Se cubren las piezas de pan con un paño limpio y se dejan reposar nuevamente durante una hora o hasta que duplique su volumen.
(Aquí fueron mis dos grandes despistes. Por un lado, me olvidé de adornar los panes y directamente los puse a reposar, así que cuando luego le puse los copos de avena no se quedaron pegados. Por otro lado… los dejé reposando y se me fue el santo al cielo, así que estuvieron casi una hora y media creciendo, así que es normal que luego en el horno los cortes no se abriesen más)
Se pone a precalentar el horno a 220ºC y se hornea a esa temperatura durante 10 minutos, con la opción de fuego abajo-arriba. Después de ese tiempo, bajamos la temperatura a 180ªC y terminamos de cocer durante 20-30 minutos o hasta que al golpear la base del pan suene hueco. (Si llega un punto en que no queremos que se siga dorando, se puede cubrir con papel de aluminio. De ese modo, se sigue cociendo sin que se ponga más oscuro).
Se deja enfriar el pan sobre una rejilla.
Hasta el momento, esta es sin duda la mejor receta de pan de las que he probado. Me ha encantado la corteza, muy crujiente pero no de esas que están duras y que duelen hasta las encías al dar un bocado al pan. La miga es húmeda, con alvéolos de tamaño pequeño, pero sin llegar a ser una miga densa. El sabor, increíble, con el leve toque de la miel que combina perfectamente con la avena. En fin, que casi me ha dado pena que el pan sea un acompañamiento en las comidas… por mí, me habría alimentado durante todo el día de pan, de lo bueno que me ha parecido.
Pues nada, apuntaros esta receta y ponedla a prueba porque es fácil y mirad que pinta tiene recién cortado:
Se le da forma al pan y se coloca sobre la bandeja de hornear. Se pulveriza con agua la superficie superior y se adorna con copos de avena. Se cubren las piezas de pan con un paño limpio y se dejan reposar nuevamente durante una hora o hasta que duplique su volumen.
(Aquí fueron mis dos grandes despistes. Por un lado, me olvidé de adornar los panes y directamente los puse a reposar, así que cuando luego le puse los copos de avena no se quedaron pegados. Por otro lado… los dejé reposando y se me fue el santo al cielo, así que estuvieron casi una hora y media creciendo, así que es normal que luego en el horno los cortes no se abriesen más)
Se pone a precalentar el horno a 220ºC y se hornea a esa temperatura durante 10 minutos, con la opción de fuego abajo-arriba. Después de ese tiempo, bajamos la temperatura a 180ªC y terminamos de cocer durante 20-30 minutos o hasta que al golpear la base del pan suene hueco. (Si llega un punto en que no queremos que se siga dorando, se puede cubrir con papel de aluminio. De ese modo, se sigue cociendo sin que se ponga más oscuro).
Se deja enfriar el pan sobre una rejilla.
Hasta el momento, esta es sin duda la mejor receta de pan de las que he probado. Me ha encantado la corteza, muy crujiente pero no de esas que están duras y que duelen hasta las encías al dar un bocado al pan. La miga es húmeda, con alvéolos de tamaño pequeño, pero sin llegar a ser una miga densa. El sabor, increíble, con el leve toque de la miel que combina perfectamente con la avena. En fin, que casi me ha dado pena que el pan sea un acompañamiento en las comidas… por mí, me habría alimentado durante todo el día de pan, de lo bueno que me ha parecido.
Pues nada, apuntaros esta receta y ponedla a prueba porque es fácil y mirad que pinta tiene recién cortado:
Nota:
El pan que no se coma en el momento se debe conservar en bolsa de papel o tela pero no en bolsa de plástico porque si no la corteza se ablandará y se volverá chiclosa, perdiendo gran parte de su encanto.
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